La ausencia de amor (propio)

Por Paula Goodbar

Los secretos, de Juan Andrés Romanazzi. Dirigida por Juan Andrés Romanazzi. Con Paula Fernandez Mbarak e Ivan Moschner. En El portón de Sánchez. Sánchez de Bustamante 1034. Funciones: jueves 20:00 hs.

Al ingresar a la sala del mítico Portón de Sánchez el espectador se encuentra con un espacio fragmentado: ella rodeada de los libros que cual trono le brindan seguridad; él, en su puesto de trabajo, pero gracias a la virtualidad puede ingresar en el espacio de ella. Así se ven por primera vez, su mirada se fija en el otro y Los Secretos comienza a hacerse carne en escena. Los dispositivos tecnológicos remotos permiten esta unión, sin embargo, lo que realmente la impulsa es el miedo a la soledad, la angustia que les genera el imaginarse morir solos.

Paula Fernández Mbarak e Iván Moschner son los actores que encarnan a estos dos seres en vías de enamorarse. Ambos demuestran en el escenario por qué son dos de las figuras más interesantes del teatro actual en Argentina. Logran transmitir la desolación y la ansiedad que aqueja a estos personajes con rigurosidad, construyen a estos dos seres con los detalles necesarios para que el público entero se apiade, se enamore e incluso quiera abrazarlos y contenerlos. Exponen sus deseos y los sostienen, por más absurdos que estos sean. No hay juicio de valor en su actuación, hay una ejecución tan precisa como preciosa. Ambos muestran cómo con una mirada dirigida a un lugar concreto, con una modificación en el tono de su voz, con cada pequeña parte puesta en juego sobre el escenario, se construye y se amplía este mundo.

Sin embargo, resulta bastante inocente pensar que esta construcción se debe únicamente a la enorme habilidad de los actores: el director y dramaturgo, Juan Andrés Romanazzi es quien mueve los hilos del universo de Los secretos y hace brotar toda su magia. Es difícil destacar uno de los roles de Romanazzi sobre el otro: tanto el texto dramático como la dirección se constituyen como elementos claves en la propuesta escénica. Ambos se complementan y funcionan con fluidez, con la naturalidad propia de una labor realizada con minuciosidad, amor y dedicación.

Destaca, asimismo, el diseño sonoro musical realizado por Gabriel Motta. Con un piano en un lateral del escenario y en diálogo constante con la obra, el músico acompaña y alimenta la experiencia. A partir de una repetición de motivos pero con sutiles variaciones, el sonido se instala en el ambiente y transmite sensaciones. Es difícil explicarlo con palabras, hay que escucharlo y dejarse atravesar, aunque es probable que luego ese sonido  quede grabado y no se vaya tan fácil.

Los secretos es una obra emotiva y amorosa. Una pieza que plantea que el amor está en donde uno lo busca, pero que tal vez no sea aquello que se creía. Es una ilusión y una decepción a la vez, desolación y esperanza, angustia y afecto, soledad y acompañamiento, humor y llanto. Una experiencia teatral que abraza y contiene al espectador haciendo que no quiera irse nunca.

Imágenes: gentileza de Juan Andrés Romanazzi.

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