Entre sogas en el campo

Por Paula Goodbar

El alumno nube, de Carlos Peláez. Dirigida por Carlos Peláez. Con Alejandro Agustin, Monica Gazpio y Miguel Picollo Gazpio. En Espacio Cultural La Fragua. Rivadavia 4127. Temporada de funciones 2023 finalizada.

En una escuela rural a la que concurre un único alumno, donde su maestra ocupa un rol de madre prácticamente, sucede la acción propuesta en esta pieza. Allí arriba un nuevo docente, sin embargo, él no es a quien esperaban, lo cual provoca pequeñas rispideces y algunos desencuentros entre ellos. Los tres intentarán sortear las dificultades en pos de lograr un objetivo común: salir victoriosos en una competencia de música regional.

Probablemente lo que más destaca a simple vista al entrar en la sala sea la puesta en escena. Alejada del realismo, la escenografía se constituye como un elemento llamativo y cautivante. Casi como si fuese una instalación de artes visuales, la escena es tomada por objetos extraños y gigantescos, unas sogas de tela que se entrelazan entre ellas y producen formas abstractas que increíblemente resultan completamente funcionales en la representación. La realidad de la acción y la irrealidad de la construcción escenográfica dan por resultado un espacio tan interesante como atípico.

La obra de Carlos Peláez construye un universo muy argentino, pero a la vez muy lejano para los habitantes de la city porteña. Allí los tiempos y las distancias transcurren distinto, con mayor lentitud. Las maneras de enunciar de los tres personajes reflejan estas formas, una musicalidad en sus voces acompaña a la dramaturgia del texto permitiendo que los espectadores ingresen en un ritmo particular.

El alumno nube es una obra que une mundos muy diversos de maneras que no parecieran posibles. Es así como la representación de un santo pagano convive en el escenario con momentos casi psicodélicos, en donde los objetos toman el protagonismo de la performance. Entre palabras, poemas, música, anhelos y nostalgias, los tres personajes se animan a arrojarse al abismo, arriesgarse y enfrentarse a lo desconocido. Una experiencia que dibuja una sonrisa en el rostro de quienes la atraviesan, sea como actores o como espectadores.

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