De qué hablamos cuando hablamos de cómo hablamos

Por Paula Goodbar

La lengua es un músculo, pero el lenguaje es un virus (síntesis de una hipótesis sobre la antítesis de una tesis), de Diego Carreño y Gabriel Wolf. Dirigida por Gabriel Wolf. Con Diego Carreño. En El camarín de las musas. Mario Bravo 960. Funciones: viernes 22:30 hs.

Un hombre pasa sus días solo junto a su loro en una cabaña aislada del mundo exterior. Allí escribe en una vieja máquina de escribir los fragmentos finales de la que se convertirá en su tesis. A partir de ideas de William Burroughs (novelista, artista visual, ensayista y crítico social estadounidense), el personaje de este espectáculo se propone aseverar que el lenguaje es, en efecto, un virus.

La dramaturgia propuesta por Carreño y Wolf realiza un recorrido meticuloso por diversas figuras retóricas del lenguaje, las segmenta, las analiza, se apropia de ellas y juega. El texto se ríe del lenguaje al reírse de sí mismo, lo cual logra gran adhesión en el público que se traduce en risa constante desde el comienzo de la obra. Un delirio detrás de otro, pero con la seguridad propia del más serio de los discursos. Juegos de palabras, palabras mal dichas, diferentes ritmos y musicalidades del habla son solo algunos de los elementos que surgen en este espectáculo y que apresan al público en sus fauces lingüísticas.

Resulta evidente la gran comunicación y entendimiento entre ambos dramaturgos quienes a su vez cumplen los roles de director (Wolf) y actor (Carreño). Cada palabra está puesta en un lugar inflexible y ligada a un movimiento corporal, un gesto facial… Un trabajo de enorme delicadeza, paciencia y minuciosidad. Un esfuerzo que sin dudas rinde sus frutos: la obra se luce y consolida por su ritmo, su actuación y dirección, dignos de un aplauso de pie.

Destacan a su vez los diseños escenográficos y lumínicos desarrollados por Marcos Aquistapace y Leandra Rodríguez Adea, respectivamente. Ambos logran generar un ambiente tan cotidiano y corriente como extraño y distante. Un espacio que podría existir en cualquier casa de un acumulador pero que a la vez resulta único y singular.

Esta obra se manifiesta como un agasajo, un mimo para aquellas mentes que tienden a sobreanalizar la lengua (el habla, no el órgano). Una invitación a reírse de cómo pensamos y hablamos al vernos reflejados en aquel intérprete que nos resulta tan familiar. Un texto original y divertido con una ejecución sublime por parte de todo su equipo.

Imágenes de Paula Goodbar.

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