Criaturas más que salvajes

Por Florencia Pérez Calonga

Una vez fuiste salvaje, adaptación del texto El hijo de Agar de José González Castillo. Dirección y adaptación Juan Brousset. Con Valentina Pagliere, Lurdo, Leandro Altamore y Nanu Gerones. En Sala de máquinas. Lavalle 1145. Funciones: domingos 20 de agosto, 17 y 24 de septiembre, 20:00 hs.

En 1915 el dramaturgo y letrista de tango José González Castillo escribió El hijo de Agar. Una obra olvidada que se caracterizó por abordar temáticas bastante controversiales para su época: desde el lugar que ocupa una mujer en la sociedad, la maternidad, hasta la imposibilidad de decidir sobre su propia vida y su cuerpo. Una vez fuiste salvaje retoma el texto de González Castillo y lo reversiona en una propuesta que, si bien mantiene la esencia del autor, está situada en un universo futurista.

Según el Génesis, Agar fue una esclava egipcia concubina de Abraham. Su esposa Sara la entrega a su marido para que pueda concebir un hijo con él, ya que ella no lo había podido lograr. Pero al quedar embarazada Agar, Sara comienza a maltratarla, y ella huye al desierto por miedo a perder a su hijo. Es allí donde se le aparece Ángel de Dios y le pide que vuelva con Abraham, con la promesa de que si cumplía con este pedido iba a garantizarle descendencia a su hijo. Para eso debería confiar y defender su vida y la de su primogénito luchando por lo que le corresponde. Es así como vuelve a la casa y tiene su hijo a quien llama Ismael (que significa “Dios oye”). Pero la historia no termina ahí: Sara logra quedar embarazada y obliga a Abraham a abandonar, no solo a Agar, sino también a su propio hijo Ismael. Una historia que narra el maltrato, el desprecio, la desprotección y la discriminación.

Partir de un texto con más de 100 años y adaptarlo a la contemporaneidad nunca es tarea fácil. El trabajo Juan Brousset se destaca por mantener la potencia de este clásico con una mirada que revela como hasta el día de hoy los mandatos sociales que recaen sobre la maternidad y la decisión de abortar siguen siendo temáticas delicadas. La obra empieza como un goteo, de manera lenta se presenta la historia y sus personajes. Pero a medida que la trama avanza, la intensidad comienza a percibirse en el ambiente, lo que genera que muchas veces los diálogos pierdan potencia con relación a la presencia de lxs actores sobre el escenario. Las pausas y los silencios necesarios funcionan a la perfección en contraposición a los estallidos de locura por los que atraviesan cada unx de lxs protagonistas, incapaces de aceptar las reglas que les impone un sistema ya caduco que no hace más que atrasar a la propia existencia.

La construcción de los personajes se muestra como repulsiva y catastrófica. Todxs ellxs rompen los límites de sus propios cuerpos y todo lo que parecía tener que mantenerse en su interior es expulsado por sus propios movimientos espásticos. Valentina Pagliere, Lurdo, Leandro Altamore y Nanu Gerones, rompen con la verticalidad en escena, para dar paso a una horizontalidad que se sostiene en gran parte de la pieza. Entre el cielo y la tierra, entre el pasado y el futuro, con un presente que trata en todo momento de eximirse de lo lineal. Con cuerpos que se entrelazan y van construyendo una especie de criatura que repta y se transforma en el escenario.

La arquitectura del espacio de Sala de máquinas le da a la pieza el aire justo de oscuridad que necesita. Un ambiente despojado en el que solo se dispone un aro circular de luces led que va a funcionar como portal y espejo de la propia realidad. Las variaciones de intensidad lumínica que se utilizan sugieren la presencia de un corazón que se dilata y se contrae con el correr de la historia. Un adentro y un afuera que recorren no para abandonarlo, sino para conquistar lo que se encuentra más allá de sus propios límites.

Una vez fuiste salvaje, expone no solo un mundo dinámico que no para de moverse, sino también a personajes que se mueven con él. Para ocupar más lugar, para ganar más terreno, para defenderlo de las injusticias y ampliarnos la mirada. Visibilizando que la desobediencia es peligrosa, pero también lo es seguir la corriente y no luchar por defender nuestros propios derechos e ideales.

Imágenes de prensa

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