Tejer pesadillas

Por Athina Schmit

Mariana Enriquez desafía convenciones y cautiva lectores de todo el mundo. En su enigmático mundo literario, el terror cobra vida y la imaginación no tiene límites.

La autora se distingue por su habilidad para crear historias que tejen pesadillas, donde cada línea revela una nueva realidad. Con cuatro novelas, colecciones de cuentos y una amplia gama de relatos, biografías y artículos periodísticos, incorpora la poesía, la música y el cine como lenguajes fundamentales. Entrelaza estas influencias con sus experiencias personales en Argentina. Esta combinación crea una narrativa profundamente enraizada en la contemporaneidad, que resuena tanto a nivel personal como universal.

Mariana Enríquez nació durante el periodo más duro de la historia de Argentina, cuando la dictadura militar gobernó el país de 1976 a 1983. Su infancia estuvo impregnada de los oscuros absurdos del autoritarismo. Ella describe haber nacido en un lugar que parecía estar muriendo, debido al temor de su generación de que no encontraran sus cuerpos si desaparecían. Este trasfondo de miedo y opresión, la sensibilizó para siempre sobre el horror y la desigualdad social. La historia argentina es el cemento de su mundo imaginario. De esta manera, tanto en el cuento La casa de Adela y en la novela Nuestra parte de noche, logró trasladar o traducir ciertos miedos colectivos en relación con el tiempo histórico de la dictadura y la post dictadura cívico militar.

Su primera novela Bajar es lo peor fue un hit desde su lanzamiento. Mariana empezó de 0 a 100 a los 21 años con una obra de autoficción. Utiliza su memoria como elemento, encuentra en esta técnica la mejor manera de hablar de sí misma. Para escribir este género ella cuenta que siempre toma un objeto. En el caso de Porque demasiado no es suficiente, el objeto es la banda Suade, y en su libro Alguien camina sobre tu tumba, son los cementerios y la crónica de viajes. Ella narra en primera persona, pero siempre en función de los objetos que elige. Cada una de sus obras va abonando su mundo imaginario con cosas que la fascinaban en determinados momentos y que, en última instancia, conforman su personalidad.

Mariana se aburre rápido, siempre la obsesiona algo distinto, llámese “algo” al terror, los fantasmas, los secretos, las relaciones humanas, entre otros temas que abarcan cualquier generación. Se basa en influencias que van desde la literatura gótica hasta el punk y la memoria de nuestro país. Ha construido su carrera como una audaz exploradora de los rincones más sombríos de la imaginación. En su libro Las cosas que perdimos en el fuego explora el terror urbano de una manera única y sin filtros, aborda la violencia de género, la marginalidad social y la desigualdad económica sin pelos en la lengua. Es un personaje multifacético cuya insaciable curiosidad la lleva a crear una ficción sin límites, ella dice que «no se detiene en ningún punto».

Enríquez no sólo escribe ficción y terror, sino también biografías. En su obra La hermana menor retrata el mundo oculto y tumultuoso de la alta sociedad argentina, donde centra su relato en una de las más exquisitas figuras de la literatura argentina, Silvina Ocampo. Ahonda en su misteriosa y secreta vida, desconcierta con detalles y anécdotas surreales que crean en el lector la necesidad de releer las obras de Silvina y saber más sobre ella.

En su libro Los peligros de fumar en la cama demuestra su enfoque del terror particularmente perturbador. Incorpora elementos dramáticos y sociales en sus tramas porque incluye temas como la paternidad, el crimen y las relaciones tóxicas sin sutilezas ni caretas, trasciende las limitaciones del género clásico del terror para ofrecer una mirada cruda y honesta de la vida cotidiana. Es capaz de inventar cuentos espeluznantes con niños espectrales cuya pestilencia es tan brutal como desesperanzadora, mujeres que sueñan con tener un corazón caliente latiendo en la mano, y hasta un ciruja cuyo carrito desata una maldición en un barrio.

Mariana Enríquez tiene seguidores y fanáticos dedicados en todo el mundo, sus obras han sido traducidas a numerosos idiomas y alcanza el estatus de autora de culto porque persiste en desafiar las normas convencionales y llevar a sus lectores a las profundidades de la psique humana. Ella es y será una luz guía para la escena literaria argentina moderna que allana el camino para aspirantes a escritores y lectores ávidos.

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