Sobre las formas del amor

Por Juan Pablo Puentes

Hotel de frontera. Tres historias de amor, de Claudia Almada. Dirigida por Gerardo Guerra, Agustina Rivarola y Ana Vargas. Con Tobias Delbene, Gerardo Guerra, Bel Pavón, Edoardo Rod, Mauricio Salgado, Julio Sánchez Marqués y Augusto Sosa. En Inboccalupo, Virrey Arredondo 2495. Funciones: Domingos, 20:00hs. 

El amor es una palabra, un concepto, una idea, un sentimiento, ¿pero es posible transmitir las particularidades de la vivencia amorosa hacia personas que no están atravesando el proceso de enamoramiento? En Hotel de frontera. Tres historias de amor, los espectadores vivimos esos amores y sus vicisitudes. 

La obra parte de una dramaturgia singular: Claudia Almada es una actriz y escritora que viene de publicar el poemario Íntimo (editorial La Gota), en donde el yo poético es un amor que se va desplazando, se muda y se transforma. Para el texto de Hotel de frontera, esta escritora entrerriana vuelve sobre la intimidad y los vínculos en tres historias en donde el amor de alguna forma está en fuga, es no correspondido y dista mucho de ser ese amor romántico que nos contaron cuando éramos chicos. 

Por un lado, una mujer casada quiere escaparse con su amante, irse a otro país. Por otro lado, un profesor que ya pasó los cuarenta y cinco años, tiene una relación amorosa con un joven que apenas pisa los veinte. Finalmente, tres malhechores se encuentran para cumplir con el pedido de un jefe, y el amor aparecerá también de una forma imprevista. 

Todas las historias tienen al amor como común denominador, y al hecho de que esos amores ocurren en un hotel de frontera. Los espectadores vemos tres habitaciones distintas en las que los personajes nos van llevando por sus diferentes historias, en ocasiones en simultáneo, en otras en diferido. 

El trabajo de iluminación está pensado de forma tal que podemos observar una, dos, o tres habitaciones y sus respectivas historias. Hay siete artistas en escena, todos ellos dirigidos por Gerardo Guerra, Agustina Rivarola y Ana Vargas, quienes hacen un trabajo en el que se cuida la relación entre la poética que el texto tiene y los movimientos de los cuerpos.  

La obra dura cincuenta minutos, y pasan volando dado que los artistas de la misma nos hacen sentir lo que ellos sienten: deseo, angustia, alegría, desolación… todo ello en la búsqueda de un amor que intenta no volverse prófugo.     

Fotos: Gerardo Guerra, Agustina Rivarola y Ana Vargas

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