Diva andina 

Por Victoria Garay

La Chola Poblete es una artista multidisciplinaria que avanza a pasos agigantados en la escena local e internacional. En abril recibió una mención honorífica en la 60ª Bienal de Venecia, que la define como una de las figuras de la escena más relevantes de la actualidad.

Nació en 1989 en Guaymallén, fue criada en el seno de una familia humilde: su madre, su abuela y sus cinco tías eran empleadas domésticas. Se formó en la Universidad Nacional de Cuyo, donde estudió la licenciatura y profesorado en Artes Visuales. Más tarde sería parte del programa de artistas de la Universidad Torcuato Di Tella y de una residencia del Museo MARCO. En esos años ingresó al colectivo artístico y sexo-disidente Comparsa Drag. 

La Chola es siempre protagonista de sus obras, ya sea en performance, escultura o acuarelas. Se convierte en su propio ícono pop, articulando su identidad trans y marrón. Profundiza en un arte político, que combina el glamour y la decadencia. Sus piezas ponen foco en la discriminación y las tensiones que vive la población mestiza e indígena, desde la explotación y la marginación, hasta su identidad de género, donde se condensan el erotismo del goce y el dolor. Pero esencialmente lo que logra con sus obras es proyectar poder en estos estereotipos, convirtiéndolos en armas de seducción en lugar de obstáculos de la vida diaria.

Su personaje principal es la figura de “la chola”, surgida por una exploración biográfica y matriarcal sobre su ascendencia boliviana. Este nombre con el tiempo se convirtió en su identidad, más allá del arte. Así lo explica: “no me sentía representada en ese arte blanco. Me empiezo a replantear qué quería decir con mi obra. Flasheo un alter ego, La Chola, que implicaba una nueva belleza cuestionando la historia del arte europeo”. Su propio cuerpo se convierte en objeto de admiración y veneración cuando protagoniza sus obra en la forma de “virgen” o “Venus” andina. Le permite ironizar sobre los ideales de belleza del arte europeo, pero también revalorizar las corporalidades más presentes en Latinoamérica.

En 2021 tuvo su gran presentación en Buenos Aires, con su primera muestra individual, Tenedor de hereje, en la Galería Pasto, curada por Leandro Martínez Depietri, quien se especializa en tópicos de etnia y racialidad. Las obras cuestionan la utilización capitalista de los “productos regionales”, reactiva las cosmovisiones que le fueron expropiadas a la iconografía americana. Una foto-performance de moda la define ante el público: trenzas rodean su cuello y su perfil es intervenido por una oreja y aro de pan, reemplazando el lujo de una joya de metal. Trash andino atravesado por lo erótico y el goce del dolor. 

Su primera muestra individual internacional, PAP Art, fue en la Galería portuguesa Kunsthalle Lissabon en 2023. El público era recibido con un cartel que decía “free potatoes” (papas gratis), en una sala que tenía el piso cubierto de papas rodeando una escultura de pan. Esta era “Maria II”(2023), una de las tantas representaciones de la artista convertida en “virgen”, con su característico cabello, y atravesada por lanzas de hierro. Remarcaba la iconicidad andina y la papa como herencia de su propia comunidad en conflicto con la colonización. 

Ambas muestras denuncian al poscolonialismo, ese régimen político-ideológico sostenido en la discriminación, el racismo y la desigualdad. En esta batalla que libra la artista, utiliza alegorías cristianas, las cuales le permiten generar una sátira de la belleza y las creencias religiosas que imponen sus valores normativos.

En abril de este año participó en el pabellón argentino de la 60ª Bienal de Venecia, y recibió una mención honorífica convirtiéndose en la primera artista queer en recibirlo. En su discurso, dijo: «espero poder abrir otras puertas para que otras personas como yo puedan conquistar espacios y liberarse de etiquetas. (…) Soy la primera artista trans y marrona de la Argentina que logra llegar a la Biennale. Argentina no es blanca. Quisiera agregar respecto al contexto de mi país, que yo he recibido el apoyo del Estado Argentino para formarme mediante becas, y si el Estado no apoya y contribuye a la cultura, el futuro es realmente peligroso».

La práctica artística de La Chola Poblete es un statement de orgullo. Es en sus palabras “la marca de alguien que se siente hermosa, en sus propios términos”, y que “cuando esperan que sea una víctima, soy una diva”. Ella crea nuevos conceptos sobre la belleza y la tradición ancestral poscolonial, un híbrido que transforma a la artista en una figura política dentro del arte.

Imágenes: Tomas Wurschmidt (portada) y perfil de Instagram de la artista

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